domingo, 22 de enero de 2012

Cuando un amigo se va y regresa


Alberto Cortez, cantautor argentino escribió una bella canción dedicada a su padre, llamada  “Cuando un amigo se va”, letra que me hace recordar a un amigo. 

Ese amigo es mi padre. Chago como le decían todos fue un sencillo hombre, trabajador, que al igual que mi madre me inculcaron el valor por el trabajo y en especial la ayuda a los demás. Se fue de nosotros por una enfermedad que detectada a tiempo le hubiera permitido vivir más.

Recientemente mi madre me pidió cremar sus restos y llevarlos a su casa. Después de recoger la urna en el Cementerio me di a la tarea de buscar un sitio adecuado dentro del auto, para evitar que se volcara. 

No encontré mejor lugar que colocarla a mi lado, pegada al asiento del acompañante, donde estaría mejor resguardado que en el asiento trasero.

Con su compañía empecé a recorrer algunas de las calles de La Habana y rememorar la misma ruta que hicimos en una moto un par de meses antes de su fallecimiento. 

En la peletería " La cubana",
mi padre está a la izquierda.
Foto tomada en 1955
Del cementerio de Colón pasamos por el antiguo “Castillo del Príncipe” donde en su época de miliciano custodió a los invasores detenidos en Playa Girón. Seguimos por  la avenida Carlos III donde en los años 60 y 61 le tocó custodiar algunas empresas allí ubicadas. Me detuve en una esquina donde un 6 de enero, jugué con mi padre y los juguetes que los “Reyes magos” me habían dejado. Ese día él estaba con su uniforme de milicia, su fusil Fal y su boina verde olivo, custodiando la llamada “Empresa eléctrica”. 

Seguí hasta Belascoaín donde empezó a trabajar de dependiente en una tienda de calzados, llamada “La Cubana”. En esa misma avenida y después de la nacionalización de todos los centros comerciales, fue nombrado administrador en varios de ellos. Me detuve en algunas de estos, lastimosamente casi ninguno existe, los locales fueron primero abandonados y después modificados para viviendas. 

Mi padre con su
uniforme de
miliciano
Bajé por Reina y fuimos mirando algunos de los locales donde también trabajó, generalmente administrando los pocos recursos que el Estado tenía en cada una de ellos. Soy de los afortunados en comentar que nunca mi padre tomó nada de esos establecimientos para su casa, situación que hoy es constante en muchos de los que administran los recursos estatales. 

Continuamos por el llamado “Quinto Distrito” donde una noche nos sorprendió una balacera de los milicianos contra unas avionetas que cruzaban La Habana disparando a todas partes. Allí lo despedimos cuando fue a la Limpia del Escambray. Seguí hasta la avenida del Puerto y miramos al otro lado la torre de la Refinería, donde también estuvo destacado como miliciano.

Me quedaron muchos lugares por recorrer, en especial aquellas veces que fue movilizado a cortar caña, él que no conocía del campo, tuvo siempre un rendimiento bajo, pero estaba orgulloso de cumplir su tarea. 

Bordeando el mar lo dejé descansando en la casa de sus nietos, parte de la cual ayudó a construir. 

Recibiendo el certificado
de trabajador vanguardia
Mi padre vivió una época en que la familia muchas veces no fue lo más importante, sino el sueño romántico de construir entre todos una nueva sociedad. Por lo general entre 1960 y 1970 estuvo poco tiempo en la casa, unas veces como miliciano y otras como machetero en la caña o en otras labores agrícolas, que lo alejaban de nosotros. Pero en ese tiempo siempre supe que mi padre era un tipo de verdad, al que siempre podías consultar.

El recorrido con sus cenizas, me hizo reflexionar sobre la importancia que tienen los padres en la formación de sus hijos, tuve la suerte de contar con ellos siempre y aunque no estemos de acuerdo en todo, el respeto y la admiración por ellos, es una guía permanente en mi trabajo cotidiano.


Sirvan estas líneas como mi homenaje, hoy en su 16 años de fallecido.

2 comentarios:

  1. a los amigos los hacemos regresar,no regresan

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  2. Estimado Doctor, no hay mejor retrato de un padre que un buen hijo, dice el dicho: por sus frutos los conocereis, su padre es un Gran Hombre, gracias por permitirnos recorrer con usted y su sr. padre, gran parte de la historia Cubana, sobre todo esos años difíciles (60 y 70) y caminar por las calles de La Habana, me sumo al homenaje de su señor padre.

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