En los últimos días en la comunidad
CUED de la Cátedra
UNESCO de Educación a Distancia de la UNED se viene generando una discusión en
torno a las competencias que los docentes de este momento debemos reunir.
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Caricatura de Fernando Perera Cumerna fperera05@yahoo.es |
La primera impresión que tuve de este glosario tan amplio de
supuestas competencias, es que no las alcanzaría jamás, pues algunas de ellas,
están fuera de mi interés y otras de mis posibilidades reales para lograrlas.
Cuando la lista se redujo a 20 aun me quedé con la insatisfacción de no
alcanzarlas todas, lo que me deja mal parado como profesor de este momento.
Con el desagrado de no lograr dichas competencias, empecé
por realizar una lectura a las fuentes originales y empezó a cambiar mi temor.
En ambos sitios hacen referencias a habilidades, que no es exactamente lo que
entendemos por competencias, pues sí es lo mismo para qué emplear esta última
categoría.
Seguí disminuyendo mi enfado cuando empecé a leer a Díaz
Barriga en un memorable
artículo "El enfoque de competencias en la educación. ¿
Una alternativa o un disfraz de cambio? que me permitió aclarar que no hay una definición precisa de
esta categoría, mientras que su extrapolación al campo educativo viene más por
el camino de la innovación forzada que por el de la necesidad. Responden a
políticas gubernamentales, más que a la propia necesidad de cambiar en la
formación del individuo.
Las competencias tienen su origen en el campo laboral, por
lo que no es de extrañarse su traslado al sector, tratando de formar a un
individuo que responda más a las necesidades industriales que sociales. En el
artículo de Díaz Barriga reconoce la combinación de tres elementos en las
competencias: “…a) una información, b) el desarrollo de una habilidad y, c)
puestos en acción en una situación inédita”.
En otras palabras para conformar una competencia se requiere
del conocimiento específico, combinado con un
grupo de habilidades y generada en una situación real, concreta.
Retomando los dos artículos, me puedo percatar que no
apuntan a competencias (omito la clasificación de Díaz Barriga, que puede
consultar en el artículo señalado) sino a un conjunto de habilidades, algunas de las cuáles no tenemos que alcanzar.
Las habilidades en palabras de Gonzáles Maura “…constituyen
el dominio de operaciones (psíquicas y prácticas) que permiten una regulación
racional de la actividad”. El “saber hacer” como se conocen también las
habilidades se manifiestan de forma muy diferente pues son producto de la
sistematización de las acciones subordinadas a su fin consciente. Esa
sistematización implica no solo repetición, sino en particular su
perfeccionamiento.
Más aliviado al comprender que no se deben analizar como
competencias las sugeridas en ambos trabajos, me propuse revisar cada una de
ellas. En el análisis partí de considerar que la habilidad tiene que ver con las necesidades
del individuo y por ello algunas de estas se enmarcan dentro de necesidades
específicas. Por ejemplo un profesor que nada tiene que ver con la Geografía o
la Historia, para qué debe conocer el trabajo con Google Earth.
De igual manera para qué es necesario trabajar con hojas de
cálculo o bases de datos, si usted nada tiene que ver con estadística,
matemática o ciencias afines. Confieso que las cosas que trabajo en Excel son
solamente repeticiones de hojas creadas por otros y hasta el presente para nada
me sirve este programa (lo que no significa que no reconozca su utilidad). Lo
mismo con las bases de datos, pasé de DBase a
EverNote y no sé cómo funcionan
las bases de datos.
Otra de las habilidades citadas es la de trabajar con una
pizarra digital interactiva (PDI), pero me pregunto todos los profesores deben trabajar con una. Es probable
que muchos de los que lean esto nunca trabajaron con una
PDI y tampoco tendrán
una en su aula, pues cuando las vayan a comprar existirán otros modelos
diferentes. Recordemos que estamos pasando de las computadoras de escritorio,
las notebook, las netbook, los Smartphone y las tabletas. ¿Requerimos acaso
habilidades específicas para cada una de ellas?
En el inventario de habilidades se señala el trabajo en
Blogs y Wikis, lo que puede ser interpretado de manera diferente. Una habilidad
es la de crear su propio Blog y su propio Wiki y otra es la mantener estas dos
formas de información. ¿Es necesario que todos los profesores dispongan de su
blog y de su Wiki? Sí hoy nos quejamos de la abundancia de información, no
puedo imaginarme l0 que pasaría cuando cada profesor escriba para su blog y
wiki. De manera similar pasa con la habilidad de diseñar y gestionar páginas
Web, cuando hoy eso pasó a un segundo plano. Para qué me es útil diseñar una
página Web que después no puedo colocarla en un sitio.
Para no hacer extenso el análisis creo que ambos artículos
son exagerados en el inventario de habilidades y favorecen a los profesores que
prefieren el inmovilismo o el ligero cambio. A los que nos esforzamos en
mejorar cada día, los artículos pocos nos ayudan. Hay que comprender además que
sí la tecnología cambia, las habilidades citadas en esos artículos también se
modifican o desaparecen.
Los criterios que se presentan en ambos trabajos
parecen insertarse más en la tendencia de cambiar por el mero hecho de cambiar,
esgrimiendo un sentido innovador que a la larga carece de sentido científico. En
este afán de la supuesta innovación empezamos a cambiar nombres, a los métodos
le decimos estrategias, a la evaluación la conocemos por resultados
esperados y al objetivo lo vestimos de competencia.
Para concluir prefiero retomar el
inventario de competencias
que la UNESCO propuso en el 2008 para la formación de profesores y que son más
precisas que las mal llamadas competencias de ambos artículos.
Díaz Barriga, Ángel. "El enfoque de competencias en la educación. ¿
Una alternativa o un disfraz de cambio? Revista Perfiles educativos
UNAM, México 2005
González Maura, Viviana y otros. "Psicología para educadores". Editorial Pueblo y Educación. La Habana. 1995
Fernando Perera Cumerna es Doctor en Ciencias Pedagógicas, caricaturista y amigo personal.